12.16.2008


El reflejo del cielo en nuestros ojos, la paz. Rojas nuestras manos pintadas con el fuego de la tierra yerma que pisamos, truenan verdades y se estrellan en la ciudad impasible a los gritos de pobreza y desigualdad mientras el silencio déspota nos acalla y nos encadena a una falsa felicidad, hipocresía y bienestar. Rojas nuestras manos por la ira que sentimos al perecer entre rejas invisibles; ajenas las personas conviven con antifaz entre máscaras y monotonía. Desgarro de corazones que laten vida colorean de rojo nuestra piel, para luego despertar, la libertad. Una mirada al cielo, una sola para volar.